No empezó para Mowgli la parte más agradable de su vida hasta después de la invasión del pueblo de los elefantes que arrasó el poblado de los hombres. Era amigo de todos cuantos vivían en la selva, pero sin embargo era mirado por todos con algo de temor. Murieron papá lobo y mamá Loba, colocando entonces Mowgli una gran piedra en su honor. Baloo era ya muy viejo y apenas podía moverse, y hasta Bagheera que tenía nervios de acero ya daba muestras de debilidad. Con los años, de gris que era Akela se volvió blanco como la leche, se hacía viejo y hasta Mowgli tenía que cazar para él. Entonces llegó un momento en que se juntaron hasta cuarenta lobos , de cinco años y sin amo. Akela les dijo que debían juntarse, obedecer la Ley de la Manada y estar bajo la dirección de uno. Al final fue Fao, hijo de Faona quien ganó en una lucha el derecho de dirigir la manada, de acuerdo con la Ley de la Selva.
Una tarde caminaba Mowgli con HG y tres lobos más cuando de repente escucharon un grito desgarrador que parecía provenir del otro lado del Waigunga.
HG: No es este el grito del Explorador. Eso es alguna cacaería. ¡Escucha! - dijo el Hermano Gris.
El aullido se fue prolongando hasta adquirir un tono de desesperación: ¡Dhole! decía. Entonces apareció un demacrado lobo, con las orejas llenas de rojas heridas y una de sus patas delanteras destrozadas.
MW: ¡Buena Suerte!.¿Quién es tu jefe?- preguntó Mowgli
WT: ¡ Buena Suerte! Soy Won-tolla.
Quería decir que era un lobo solitario, que atendía a su defensa y a la de su compañera y pequeñuelos en algún aislado cubil. Won-tolla jadeando intentó explicar lo ocurrido.
WT: ¡Los dholes, los dholes, los dholes del Dekkan...los perros jaros, los asesinos!. Cuando esta luna era luna nueva tenía yo cuatro de los míos: mi compañera y tres lobatos. A medianoche los oí pasar juntos siguiendo, con grandes aullidos, un rastro. Al amanecer hallé a los míos muertos sobre la hierba...los cuatro, Pueblo Libre, los cuatro...Entonces hice uso del derecho de sangre y fui en busca de los Dholes.
MW: ¿Cuántos eran?- preguntó rápidamente Mowgli
WT: No lo sé, pero tres de ellos no matarán más; pero al fin me persiguieron como a un gamo, haciéndome correr con sólo las tres patas que me quedan. Préstame fuerzas, Pueblo Libre, y también yo mataré luego porque la Deuda de Sangre aún no está pagada.
Los Dholes, los perros rojos del desierto del Dekkan, iban de paso en busca de algo que matar, y los lobos de la manada sabían que hasta el tigre les cede su presa a los perros jaros. Aunque no tengan el tamaño ni la astucia de un lobo, son muy fuertes y en gran número porque hasta que no se han reunido un centenar de ellos no se considera una manada. Algo sabía también Akela con respecto a los perros jaros porque le dijo en voz baja a Mowgli.
AK: Esta es una cacería magnífifca y será la última en la que yo participe. Hermanito, vete hacia el norte y échate a dormir porque a tí te quedan úna muchas noches y muchos días de vida.
MW: Acaso quieres que me quede de brazos cruzados sin hacer nada o jugando con los banderlog?
AK: La lucha será a vida o muerte. Tú no te has encontrado nunca con los dholes, con los asesinos rojos.
MW: Si vienen los dholes, Mowgli y el pueblo Libre lucharán como iguales contra ellos. ¿La cacería ha de valer la pena!. ¡Por la manada...por toda la manada..juremos la lucha...juremos...juremos!
LOB: ¡Lo juramos! - gritaron todos los demás lobos
MW: Quedaos con ellos- ordenó Mowgli a los cuatro- porque yo voy a contar los perros.
Mowgli echó a correr hundiéndose en la oscuridad por lo que no podía ver donde ponía los pies y fue a tropezar sobre uno los grandes anillos de Kaa, que esperaba al acecho a que apareciese una presa fácil.
KAA: ¡Kischa! - silbó malhumorada- ¿ es proceder según estilo de la selva el venir aquí haciendo ese ruido y estropearle a uno el trabajo de toda una noche!
MW: Confieso que he estado torpe. En tu busca venía Cabeza Chata, pero ¿como has cambiado!, has engordado, y no hay nadie en la selva como tú, discreta anciana, fuerte y hermosísima Kaa.
KAA: A ver...¿adónde vas a ir a parar por ese camino?, porque no hace mucho tiempo cierto hombrecito me tiraba piedras en la cabeza y me insultaba.
Mowgli le explicó la llegada de Won-tolla a la selva y todo lo que había contado, así como la lucha que muy pronto tendría lugar entre los lobos y los perros. Mowgli dijo entonces:
MW: Será una cacería magnífica, pero soy joven y no he visto aún muchas lluvias. Ni ´se mucho ni soy fuerte. ¿Tienes tú algún plan?.
KAA: ¡Hisch! Ahora iremos al río y te enseñaré como hay que proceder contra los dholes.
A un Kilómetro o dos más arriba de la Roca de la paz, el Waigunga se estrecha al pasar por una garganta que forman unas rocas de mármol de 25 a 30 metros de altura. Al final de esta garganta se encontraba lo que Kaa quería enseñarle a Mowgli
KAA: Esta es la Morada de la Muerte. Los dholes no se apartan ante nada y ante nadie, pero ahora dime hermanito, ¿ante quien retrocede el diminuto pueblo de las Rocas?, Dime amo de la selva, ¿Quién es el verdadero amo?-
MW: Éstas, pero aquí mora la muerte. Vayámonos antes de que se despierten.
KAA: No se despiertan hasta que llega la aurora. Ahora voy a contarte una cosa: venía un gamo perseguido en dirección a este sitio y llevando tras de sí a toda una manada de perros que seguían su rastro. Ciego de miedo saltó desde lo alto. El sol estaba ya en lo alto y el pueblo Diminuto era numeroso y se hallaba enfurecido. Numerosos eran también los perros que saltaron al río, pero antes de que llegaran al agua ya estaban muertos. En cuanto al gamo, quedó vivo.
En la Morada de la Muerte habitan las feroces y negras abejas de la selva y la historia que Kaa había contado a Mowgli le sirvió para trazar un plan. Mowgli corrió rápidamente a contárselo a la manada de lobos. También sabía que el Pueblo Diminuto no puede sufrir el olor del ajo silvestre
Poco antes del mediodía, cuando el calor del sol era extremado, oyó ruido de pasos y sintió el abominable olor de la manada de dholes que iba siguiendo, con aire feroz, el rastro de Won-tolla. Mowgli estuvo observando la cabeza puntiaguda y de color rojizo del perro que los dirigía desde un árbol y le dijo:
MW: - ¡Buena suerte!, ¿con qué permiso venís a ests sitio?
JAR: Todas las selvas son nuestras- fue la contestación que obtuvo, y el dhole que se la dio lo hizo enseñando los dientes.
MW: ¡Perro, perro jaro! Vuélvete al Dekkan a comer lagartos!
JAR: Bájate de ahí antes de que te sitiemos de hambre, mono pelón!, aulló toda la manada.
Mowgli se recostó en una rama y escuchó toda clase de insultos por parte de los perros jaros, pero no se inmutó. Muchos dholes saltaban para intentar agarrar al muchacho, pero no lo conseguían. Al cabo de tres o cuatro horas y después de echarse una siesta, Mowgli comenzó a provocarles:
MW: Sois verdaderos dholes pero en mi opinión sois unos cobardes, demostráis todos demasiado celo-
JAR: Baja de ahí y te demostraré si soy un cobarde- gritó el perro que guiaba a la manada.
MW: Vuélvete a tu casa, perro jaro y cuenta a voz en cuello que no has podido con un mono. ¡Ven conmigo y yo te enseñaré lo que es la valentía!
Saltó entonces Mowgli, al estilo de los bander-log, al árbol más próximo, de aquel al siguiente, y así al otro, y al de más allá, siguiéndole siempre los perros, con la cabeza levantada, hambrientos y gritando a la vez:
JAR: Mono que tienes lengua de lobo, te seguiremos hasta matarte.
Mowgli se había deslizado hasta llegar a la Moarada de la Muerte. El Pueblo Diminuto dormía, pero en cuanto sonaron los primeros pasos de Mowgli sobre el suelo hueco comenzó a escucharse una especie de bramido semejante al del mar entrando en una caverna. Mirando por el rabillo del ojo, Mowgli vió que el aire se oscurecía a su espalda y vió que también la corriente del Waigunga allá bajo, y, sobre el agua, Kaa. Saltó al vacío y allá estaba la serpiente pitón para recogerle, sano y salvo pues el olor del ajo silvestre había ahuyentado a las abejas. Mientras, algunos de los dholes habían caído al río y se estaban ahogando, otros luchaban con las temibles abejas negras pero nada podían hacer. Sin embargo, casi la mitad de la manada se había dado cuenta a tiempo de la trampa que Mowgli les había preparado y se habían apartado a tiempo.
Kaa y Mowgli comenzaron a nadar corriente abajo perseguidos por los perros jaros que quedaban aún vivos. De repente apareció un lobo corriendo en tres partas por la otra orilla, era Won-tolla, el solitario.
WT: ¿Estás ahí hombre cachorro?, gritó desde la orilla.
MW: Aquí estoy Solitario. ¿Hacia donde quieres que les obligue a ir?
WT: Esperaré, tiempo tengo porque aún queda toda la noche.
Pero no fue así porque la manada Pueblo Libre de Seeone se lanzó a la playa y comenzó entonces la gran lucha. Junto con los lobos luchaban las lahinis que son las lobas del cubil, y que lo hacían para defender a sus camadas. Y ahí estaba también el Hermano Gris al lado de Mowgli y protegiéndolo de todos los golpes que iban dirigidos a él, y Akela que sin apenas fuerzas y dientes luchaba él solo contra tres, y Fao que arrastraba a los perros hasta donde se encontraban los lobos de 1 año para que pudieran terminar con él.
Poco a poco los perros jaros comenzaron a disminuir de número y Won-tolla pudo al fin saldar su deuda de sangre. Estaba tan lleno de heridas que su aspecto horrorizaba:
MW: ¡Por el toro que me rescató! Es el guía de los dholes.
En efecto, el Solitario estaba agarrando al dhole por el cuello, pero al mismo tiempo que el perro del Dekkan caía sobre la tierra, Won-tolla se desplomaba y moría.
HG: No cazará ya más - observó el Hermano Gris- Y también Akela, hace mucho rato que guarda silencio.
Entre un montón de cadáveres asomó la cabeza y los cuartos anteriores de Akela:
AK: ¿No te dije que ésta sería mi última lucha?- Le recordó el lobo a Mowgli
Cogió Mowgli su cabeza, llena de horrorosas heridas y la colocó sobre sus rodillas
AK: ¡Cuánto tiempo ha pasado desde que un hombre-cachorro se revolcaba desnudo en el polvo-
MW: ¡No! ¡No!, Yo soy un lobo, yo soy de la misma raza que el pueblo Libre.-
AK: Un hombre eres, hermanito, o de lo contrario la manada hubiera huido frente a los dholes. Yo te debo la vida y tu nos has salvado hoy a todos. Vuélvete con los tuyos, Mowgli-
MW: No iré nunca. cazaré solo en la selva-
AK: Vuélvete antes de que Mowgli mismo obligue a Mowgli a volver.
MW: Pues cuando Mowgli sea quien obligue a Mowgli a marcharse, entonces me iré-
AK: Nada más tengo que decir. Hermanito, levántame porque yo fui jefe del pueblo Libre-
Mowgli le levantó con sumo cuidado y Akela comenzó a entonar la canción de la Muerte al lado de su sucesor, Fao, hijo de Faona. De toda la manada de doscientos dholes que habían llegado a la Selva presumiendo de ser los dueños de todas las selvas, ninguno logró sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario